No es lo que yo pensaba, no esperaba algo
así. Todo comenzó como una pluma pasajera en medio de un camino lleno de marcas
y heridas. Esa pluma cada vez se hacía más fuerte, quizás ya no era una pluma
cualquiera. Poco a poco se fue convirtiendo en una pluma más grande y fuerte,
hasta hoy. Ahora, es la pluma más importante de mi vida. Reconozco mi miedo, en
ocasiones, porque una brisa la haga desaparecer. Aun así, día a día tengo menos
temor, pues mi pluma me dice que una simple brisa no es capaz de romper la
unión entre ella y yo.
No la amo porque es preciosa; ni, como ella
dice, es preciosa porque la amo. Simplemente, la amo por ser ella, una ligera
pluma capaz de conquistar el corazón de alguien que en ningún momento pensó
todo esto.
Para que lo entiendas mejor, te explico:
imaginemos una persona que estaba en un momento de su vida en el que no
pretendía nada en concreto, sino que deseaba un tiempo solo. Al aparecer una
pluma pasajera, pensó: no por algo débil me voy a “atar” a ello. Esa persona se
equivocaba, era la mejor pluma del planeta; fue una casualidad de la vida que
apareciera. Lo más impresionante no fue que apareciera, sino que apareciera
allí, y que apareciese en ese momento de la vida de aquella persona que deseaba
la soledad.
Ahora, me he tatuado una pluma en el corazón,
la cual no me deja respirar. Repito: “no me deja respirar”, algo esencial en el
ser humano. Pero me da exactamente igual, pues me hace más feliz que nadie, ha
cambiado la dinámica de mi vida. Ha puesto una guinda en mi tarta vital, ha
añadido los efectos 3D a mi película de ciencia ficción.
En este momento sólo deseo que todo siga así,
que no se acabe o se dañe este sueño, porque para mí es un sueño desde aquellos
días tan románticos. Todo ha sido un maravilloso sueño de tres factores: tú,
yo, y nuestro amor.
©2012, Aarón
Barreiro Moreno.
Dedicación especial para Mónica Glez. Pérez
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